Recuerdo aquella mañana como si fuera hoy misma, una niebla espesa, un olor a rocío de la madrugada, el humo de la barbacoa, los asistentes en plan festivo, y una gran expectación creada por los propios invitados ante el acontecimiento anual más importante y revelador de Isidro Gonzalez Revilla.
Como todos los años los preparativos son costosos y duraderos a lo largo del tiempo, desde la selección del guarrapo para su sacrificio y posterior enseñanza a los asistentes de sus partes más importantes, hasta la contratación del personal de servicio que tan atentamente nos atendieron. Por su puesto en un día de festividad para la empresa no podía faltar la música amenizada por la Charanga, la cual sinceramente ante el frío húmedo del lugar no concibo ni como podían tocar una simple nota, lo cual le suma un gran valor por supuesto. Y por supuesto no podían faltar los típico manjares de las tierras castellana leones y de la fábrica: embutido sin parar, tortillas de patatas, diferentes asados de longanizas de la casa; por tanto un manjar para los asistentes.
Pero lo que más se recuerda es la alegría y satisfacción de ver a Don Isidro Gonzalez Revilla rodeado de sus amigos, de su familia y de como mirábamos atónitos sus explicaciones sobre el sacrificio del cerdo y sus partes más importantes.